El deseo sexual es la primera fase de la respuesta sexual humana y químicamente depende de la hormona testosterona. Ésta se produce en los testículos, ovarios y glándulas suprarrenales, cuarenta veces más en los varones.  Se ha descubierto que el deseo sexual femenino no responde sólo a la hormona. La mujer puede lograr el deseo subjetivamente, como respuesta al estímulo efectivo, la intimidad y el afecto. Solo la mujer puede tener deseo sexual después de la fase de excitación, no así el varón.

La pérdida objetiva del deseo sexual se diagnostica cuando la persona disminuye su capacidad de ideación erótica, las fantasías sexuales y el interés de aproximación o contacto. La testosterona se ha asociado a una mayor intensidad orgásmica. Frecuentemente en el climaterio la mujer se queja de no tener deseo sexual pero las causas en esta etapa se relacionan con el dolor al contacto sexual, la resequedad vaginal o los problemas de relación de pareja. Sin embargo, las mujeres a las que se les extirparon los ovarios en una cirugía, son las que realmente cursan con una alteración objetiva del deseo sexual por la reducción de las hormonas testosterona y androstenediona. Por lo tanto, los tratamientos de reposición de testosterona en mujeres, sólo deben considerarse frente a un descenso demostrado de la hormona.

Si un individuo pierde el deseo sexual, luego de descartarse las causas subjetivas como los problemas emocionales o de pareja; debe solicitar evaluación hormonal. La disminución de la testosterona se ha visto asociada a la depresión, la disminución de la musculatura, el incremento de la grasa visceral, la osteoporosis/osteopenia, el colesterol y los triglicéridos altos, el incrementado de resistencia a la insulina, las alteraciones en los vasos sanguíneos y sus complicaciones como el infarto, la hipertensión y la disfunción eréctil. Cuando el paciente manifiesta pérdida del deseo o desinterés sexual, además habrá que descartar una disfunción tiroidea o de la prolactina.