Con frecuencia se espera que un varón siempre esté listo para el encuentro sexual. Pero los estudios científicos mencionan que un 14% de varones entre 18 y 29 años y un 17% de varones entre 50 y 59 años, pierden el interés sexual.
Para empezar, es importante que conozcas que el deseo sexual es fluctuante y no va a ocurrir si estás en una situación de estrés o de conflicto. El deseo sexual ocurre cuando hay una buena relación humana con la pareja, cuando hay niveles adecuados de testosterona y cuando el varón se siente cómodo y sin estrés. Cuando hablo de estrés, no me refiero solamente a un estado mental y subjetivo. El estrés es un mecanismo de defensa y de escape que depende de la secreción de enormes cantidades de adrenalina. Esta hormona, es la responsable de priorizar el flujo sanguíneo al corazón y a los músculos, para que puedas “huir”. Es bueno, si dura poco.
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El estrés sostenido, ya es una enfermedad. Los altos niveles de adrenalina empiezan a estirar tus arterias al punto de cerrarlas lo suficiente como para quitarle el oxígeno a las células de tu cuerpo. No duermes bien, estás con palpitaciones, te sudan las manos y las axilas y estás en constante alerta al borde del llanto o del pánico. Puedes experimentar subidas de presión, problemas cardíacos, dolores de cabeza y ansiedad permanente. Tu peso puede subir o bajar dependiendo de si comes en exceso o se te ha quitado el hambre.
Como tu cerebro está en alerta, está priorizando tu supervivencia. Por lo tanto, la creatividad y la expresión sexual están aletargadas. El estrés mantenido, puede llevarte a la fatiga y a la depresión. Si tu personalidad es luchadora y valiente, casi no vas a notarlo porque estarás esforzándote a tope para vencer los obstáculos. Lógicamente si estás en alerta de supervivencia, tus relaciones humanas se van a deteriorar. Estarás más silencioso, irritable y cansado.
No hay una regla establecida sobre la frecuencia en la que un varón tiene deseo sexual. No se lo puede comparar con un animal que tiene un instinto de apareamiento. Puesto que ello no implica un deseo construido sobre la base de una relación mantenida por este animal con su medio, con su pareja y consigo mismo.
La respuesta humana es muy compleja y depende de muchos factores internos y externos. La pérdida del deseo no necesariamente está relacionada con la pérdida del amor o del gusto por la pareja. Deben investigarse los trastornos hormonales o vasculares que se relacionan con este problema. La apnea obstructiva del sueño acompañada de ronquidos durante la noche, se relaciona proporcionalmente con el déficit de la testosterona y también con la falta de descanso. Los medicamentos como los antidepresivos, los opioides y los betabloqueantes (utilizados para la presión arterial), el abuso de drogas y del alcohol, también pueden disminuir el deseo sexual masculino.
No hay medicamentos milagrosos y la creencia de que hay ciertos alimentos afrodisíacos, no tiene validez científica. Todo esto actúa a nivel placebo. Es decir que, aunque no haya un efecto real, el paciente se podría sentir mejor. Lo adecuado en estos casos, es identificar cuál o cuáles serían los potenciales agresores y consultar con un especialista. La pareja solidaria y que apoya, es un puntal en el tratamiento de este problema.